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Thursday, December 01, 2005

Muñequitas de Cristal


El sol extiende su brillo
en el cielo de la casa
y en la cornisa, a lo alto,
un pajarito les canta
a tres niños que inventan
los juegos de la mañana
con los mágicos juguetes
fabricados de la nada.

Un trocito de madera
es un avión que surcaba
en tiempos idos, lejanos,
los cielos de la cañada.
Y el niño vuela y revuela
entre las nubes de plata,
los mares de sal y espuma,
las montañas arboladas.

Las niñas buscan y encuentran
una caja abandonada
donde se cubren del frío
las muñecas olvidadas
que se amontonan vacías,
llena de polvo la cara,
esperando a las chiquillas
que escogen ilusionadas,
entre un sin fin de colores,
a la princesa anhelada.
Las envuelven amorosas
en su ropita rasgada
y las liberan del polvo
con el vuelo de su falda.

Juegan las niñas felices
en el castillo de paja,
para subir a la torre
la escalera las llama.
Cuidado, niña, cuidado,
el sol dolido exclama.
En un escalón perdido
la pequeñita resbala
protegiendo con su cuerpo,
madrecita abnegada,
a la criatura brillante
que en mil pedazos estalla.

Por su mejilla doliente
una lágrima resbala
y la grana en su rostro
con agua de sal se lava.

No llores, niña bonita,
no llores, niña de mi alma,
no llores, Rosita linda,
el pajarito le canta,
que un ángel vendrá del cielo
para lavarte la cara.

La noche llena en silencio
los rincones de la casa;
el infinito oscuro
tiende su manto de lana
bordado de lentejuelas,
de espejitos de plata,
que cuidan el sueño
dulce de tres niños en su cama.

Muñequitas de cristal,
boquitas azucaradas,
receptáculos de luna,
de tierra, de sol, de agua,
juguetitos de las niñas
que viven un cuento de hadas.

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